domingo, 8 de diciembre de 2013

ANÉCDOTA

               

 Mi viaje a la selva boliviana ha sido una de las experiencias mas memorables de toda mi  vida. Nunca había logrado sentirme de esa manera, ni conocido algo que me hiciera sentir así. La vida me parecía distinta, el aire más liviano a mis pulmones, el paisaje más agradable a mis ojos, el querer ser se hacía presente en mí por primera vez. Esa sensación que tiene el niño cuando le devuelven su dulce, la felicidad que inunda al pintor cuando sus manos tocan un pincel, el placer con el que un músico toca su instrumento y la pasión con la que ama un enamorado amado. Todo aquello sentí. 
 Cada vez que el sol asomaba sus rayos y las estrellas brillaban mis ojos se anonadaban ante tanta verdadera belleza natural. A ratos desearía volver a tenerlo todo junto a mi, las hojas en mis pies, animales en mi alrededor, mariposas en los aires, el cantar de los lagos, todo,simplemente todo aquello que la hermosa selva boliviana guarda en sus inmensidades. 

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